La problemática del aborigen costarricense
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Aborigen en las inmediaciones del Banco Central |
La RAE (Real Académia Española) nos define el concepto de
aborigen como: "Originario del suelo en el que vive". Apegándonos a esta definición se entendería
que los aborígenes nacionales son los mejores representantes de lo que
verdaderamente es ser un costarricense, su riqueza cultural llena de
tradiciones y costumbres serían por consiguiente la mejor referencia de cómo
vive un tico y una tica.Con tan sólo una simple definición, podemos
contextualizar la importancia que tiene un aborigen para una nación: ser los
primeros pobladores de una tierra,
representan además el coraje y la valentía de los pueblos más débiles. Por razones como estas se entenderían que los
aborígenes son tratados con respeto y admiración por parte de cada uno de los
ciudadanos del país, se comprendería además que en las escuelas se educa sobre
sus importantes aportes para el país, que sus territorios son respetados y
nunca serían violentados y por supuesto que nuestros gobiernos jamás olvidarían
el gran tesoro que significan para Costa Rica. Y no se podía esperar menos del
país más feliz del mundo, el mismo que se jacta de cuidar los territorios
"indígenas", el país diverso en cultura pero respetuoso de las
diferencias.
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Unas llagas que explican el dolor de vivir aislados por la sociedad |
Sin embargo lo dicho anteriormente se queda en un falso discurso utilizado por muchos costarricenses, para “sobresalir” alrededor del
mundo por algo que no son. Los indígenas
no son respetados ni admirados por la población, muchos de ellos son
humillados y sacados injustamente de sus territorios. La niñez costarricense no conoce los aportes valiosos de los aborígenes
porque la lógica de muchos educadores les dice que es mucho más importante que
un niño recite un libro de estudios sociales entero, antes de enseñarle su
historia, y la importancia del respeto
hacia sus cultura y tradición, que sin ellos nada lo que hoy somos sería
posible. ¿Y qué decir de sus territorios? Son sitios sumergidos en una pobreza
extrema, con difícil acceso a recursos básicos como el agua, servicios de
salud, electricidad y educación. Ciertamente estas zonas reflejan lo poco que
nos importan los aborígenes, muestran el olvido que han tenido que afrontar
durante años por los gobiernos del país, que utilizan la palabra “indígena” y “aborigen” solamente en campaña electoral.
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La indiferencia del ciudadano costarricense |
Y es que no fue hasta hace 24 años que nuestros aborígenes
fueron considerados como “costarricenses legítimos” gracias a la aprobación de la “Ley de
Inscripción y Cedulación Indígena de Costa Rica” .Porque antes de 1991 ser
indígena era sinónimo de ser un intruso en Costa Rica. Se esperaría que con la
aprobación de esta ley, los derechos humanos de estos no continuaran siendo
violentados. Sin embargo esta situación no fue así, la polarización entre este
grupo y los "costarricenses” aumenta con el paso de los años.
La Asamblea Legislativa se une para acrecentar esta
diferenciación al postergar desde hace 19 años “La Ley de Autonomía Indígena”
en dónde se reconoce y se respeta los territorios de los aborígenes nacionales, tal y como debería ser. No obstante , este proyecto de ley continuá estancado, han pasado casi 5 gobiernos y ninguno ha logrado llegar a un acuerdo, probablemente
porque muchos de los miembros de la asamblea son los mismos “empresarios”
encargados de desalojar a los indios de sus tierras. Pero, por supuesto los políticos deben resguardar su imagen, por eso es tan común que estos usen la conmemoración del día del indigena para “pronunciar una serie de
discursos demagógicos, antecedidos y continuados con actos folklóricos de las
culturas indígenas”, sin ningún compromiso real con la autonomía de sus
territorios y con las necesidades que ellos plantean, también en cumplimiento
del convenio 169 de la OIT y de la Declaración de las Naciones Unidos sobre
Pueblos Indígenas.
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Manos vacías |
Un claro ejemplo del abandono a nuestras propias raíces es
Doña María obligada por la indiferencia de nuestros gobernantes tuvo la
dura tarea de dejar su tierra por buscar cómo sobrevivir. Trasladarse a San
José no fue fácil, ella tuvo que abandonar a su familia y enfrentarse a eso
que llaman “globalización”, soportando aguaceros, hambre los insultos y el
rechazo de nosotros los costarricenses, la incomprensión de su dialecto y el
rechazo a solicitudes de empleo por su condición. Es con historias como las de Doña María que surge la interrogante :
¿Cómo
un país que día a día se jacta de ser “pura vida” se avergüenza y olvida de su
propia sangre? Es lamentable el punto en
el que ha llegado la condición social, política y economía de los indígenas costarricenses, es tan deprorable que deben de huir de sus propios territorios y enfrentarse a un mundo
totalmente distinto al que se han acostumbrado a vivir.
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