domingo, 9 de agosto de 2015

La problemática de los aborigenes costarricenses

 La problemática del aborigen costarricense


Aborigen en las inmediaciones del Banco Central 


La RAE (Real Académia Española) nos define el concepto de aborigen como: "Originario del suelo en el que vive".  Apegándonos a esta definición se entendería que los aborígenes nacionales son los mejores representantes de lo que verdaderamente es ser un costarricense, su riqueza cultural llena de tradiciones y costumbres serían por consiguiente la mejor referencia de cómo vive un tico y una tica.Con tan sólo una simple definición, podemos contextualizar la importancia que tiene un aborigen para una nación: ser los primeros pobladores de una tierra,  representan además el coraje y la valentía de los pueblos más débiles.  Por razones como estas se entenderían que los aborígenes son tratados con respeto y admiración por parte de cada uno de los ciudadanos del país, se comprendería además que en las escuelas se educa sobre sus importantes aportes para el país, que sus territorios son respetados y nunca serían violentados y por supuesto que nuestros gobiernos jamás olvidarían el gran tesoro que significan para Costa Rica. Y no se podía esperar menos del país más feliz del mundo, el mismo que se jacta de cuidar los territorios "indígenas", el país diverso en cultura pero respetuoso de las diferencias.




Unas llagas que explican el dolor de vivir aislados por la sociedad
Sin embargo lo dicho anteriormente se queda en un  falso discurso  utilizado por muchos costarricenses, para “sobresalir” alrededor del mundo por algo que no son. Los indígenas  no son respetados ni admirados por la población, muchos de ellos son humillados y sacados injustamente de sus territorios. La niñez costarricense no conoce los aportes valiosos de los aborígenes porque la lógica de muchos educadores les dice que es mucho más importante que un niño recite un libro de estudios sociales entero, antes de enseñarle su historia, y la importancia  del respeto hacia sus cultura y tradición, que sin ellos nada lo que hoy somos sería posible. ¿Y qué decir de sus territorios? Son sitios sumergidos en una pobreza extrema, con difícil acceso a recursos básicos como el agua, servicios de salud, electricidad y educación. Ciertamente estas zonas reflejan lo poco que nos importan los aborígenes, muestran el olvido que han tenido que afrontar durante años por los gobiernos del país, que utilizan la palabra “indígena” y “aborigen” solamente en campaña electoral.



La indiferencia del ciudadano costarricense
Y es que no fue hasta hace 24 años que nuestros aborígenes fueron considerados como “costarricenses legítimos”  gracias a la aprobación de la “Ley de Inscripción y Cedulación Indígena de Costa Rica” .Porque antes de 1991 ser indígena era sinónimo de ser un intruso en Costa Rica. Se esperaría que con la aprobación de esta ley, los derechos humanos de estos no continuaran siendo violentados. Sin embargo esta situación no fue así, la polarización entre este grupo y los "costarricenses” aumenta con el paso de los años.
La Asamblea Legislativa se une para acrecentar esta diferenciación al postergar desde hace 19 años “La Ley de Autonomía Indígena” en dónde se reconoce y se respeta los territorios de los aborígenes nacionales,  tal y como debería ser. No obstante , este proyecto de ley continuá estancado, han pasado casi 5 gobiernos y ninguno ha logrado llegar a un acuerdo, probablemente porque muchos de los miembros de la asamblea son los mismos “empresarios” encargados de desalojar a los indios de sus tierras. Pero, por supuesto los políticos  deben resguardar su imagen, por eso es tan común que estos usen la conmemoración del día del indigena para “pronunciar una serie de discursos demagógicos, antecedidos y continuados con actos folklóricos de las culturas indígenas”, sin ningún compromiso real con la autonomía de sus territorios y con las necesidades que ellos plantean, también en cumplimiento del convenio 169 de la OIT y de la Declaración de las Naciones Unidos sobre Pueblos Indígenas.


Manos vacías
Un claro ejemplo del abandono a nuestras propias raíces es Doña María obligada por la indiferencia de nuestros gobernantes tuvo la dura tarea de dejar su tierra por buscar cómo sobrevivir. Trasladarse a San José no fue fácil, ella tuvo que abandonar a  su familia y enfrentarse a eso que llaman “globalización”, soportando aguaceros, hambre los insultos y el rechazo de nosotros los costarricenses, la incomprensión de su dialecto y el rechazo a solicitudes de empleo por su condición. Es con historias como las de Doña María que surge la interrogante :¿Cómo un país que día a día se jacta de ser “pura vida” se avergüenza y olvida de su propia sangre?  Es lamentable el punto en el que ha llegado la condición social, política y economía de los indígenas costarricenses, es tan deprorable que deben  de huir de sus propios territorios y enfrentarse a un mundo totalmente distinto al que se han acostumbrado a vivir.




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